El abogado del migrante: nobleza, ética y compromiso en tiempos de miedo

En el Día del Abogado, es necesario alzar la voz por una figura clave en los procesos migratorios: el abogado que acompaña al migrante. En un contexto global marcado por leyes migratorias cambiantes, políticas restrictivas y narrativas de miedo, el papel del abogado debe estar guiado por tres pilares fundamentales: nobleza, claridad y honestidad.

Miles de familias migrantes buscan asesoría legal cuando enfrentan momentos de profunda vulnerabilidad: detenciones, deportaciones, separaciones familiares, solicitudes de asilo o procesos de regularización. En esos momentos, el abogado no solo representa una herramienta legal, sino una figura de confianza. Por eso, no puede ser un comerciante de esperanzas. Su deber no es ofrecer promesas, sino soluciones reales, basadas en la ley y las posibilidades concretas del caso.

Sin embargo, la realidad muestra una dolorosa paradoja: mientras más crece el miedo entre los migrantes, más crecen los abusos por parte de ciertos “abogados” o asesores legales sin escrúpulos. Personas desesperadas, muchas veces con barreras lingüísticas, son víctimas de cobros excesivos, trámites innecesarios o promesas de beneficios que nunca llegarán. Estas prácticas generan un segundo desarraigo: no solo se huye del país de origen, sino que se cae en un laberinto de falsas soluciones que pueden conducir a la deportación, la detención o la pérdida de vínculos familiares.

El abogado del migrante debe comprender que su rol va más allá de los códigos jurídicos. Es un acompañante ético que tiene entre sus manos no solo documentos, sino vidas. Su función debe ser informar con claridad, acompañar con empatía y actuar con lealtad a los derechos humanos.

La migración actual, marcada por crisis humanitarias, violencia estructural y desplazamientos forzados, demanda profesionales del derecho con conciencia social. Necesitamos abogados que entiendan el dolor del migrante, pero que no se aprovechen de su miedo. Abogados que, incluso en medio de leyes endurecidas por políticas de contención, busquen caminos legales legítimos, denuncien abusos y defiendan el debido proceso.

En este día, honremos a los abogados nobles que caminan junto a los migrantes, no por interés, sino por compromiso con la justicia. Y denunciemos a quienes lucran con el sufrimiento ajeno. La migración no puede seguir siendo un negocio para algunos y una tragedia para muchos.


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